
¿Quién eres tú, bella escondida, que te adentras en mi mente, que escarbas y seleccionas, catalogas y escoges lo que expreso o lo que siento?. ¿No puedes mostrarte? Te presentas y me animas, me exiges que comience por dejar libre mi mente, que la abra a ti para que experimentes con ella. Tú que moldeas mis ideas, que les das forma. ¿Quién eres? ¿Acaso eres yo mismo? ¿Acaso mi mente te recrea como excusa, como vía de escape para expresarse? Si es así, ¿por qué no me lo dices? Es más, eres caprichosa y creativa, llena de locura y cordura a la vez. Pero sólo acudes a mí cuando se te antoja o te sientes aburrida. ¿Quién eres pues?
¿Los retazos de un recuerdo? ¿La predicción de un futuro? Siempre esquiva. No me dejas verte y sin embargo me hablas. Te escondes en la arboleda de mis ojos ocultándote en mis ilusiones siempre con pícaras risas. Entonces ¿quién puedes ser, si no el alimento de mis sueños, sino el motor de mi imaginación, sino la que se ruboriza tras las partituras de mi palpitante corazón? Por supuesto, ¿cómo no lo había pensado? Eres mi musa.